Unidades de cuidados intensivos

Las tasas de supervivencia de los pacientes, niños y adultos, que requieren cuidados intensivos para el tratamiento de enfermedades o lesiones graves han mejorado significativamente en las últimas décadas, con una disminución muy importante de la mortalidad de estos pacientes,  pero, como consecuencia de ello, con un aumento considerable de su morbilidad. Esto ha ocasionado un cambio en el foco de interés de la comunidad internacional de cuidados críticos, que ha pasado de centrarse en la reducción de la mortalidad a hacerlo en la optimización de los resultados de los supervivientes (Manning, Pinto, Rennick, Colville, & Curley, 2018). Este cambio del foco de interés desde la mera supervivencia a una perspectiva mas amplia de los resultados de los pacientes ha impulsado (Manning et al., 2018) la propuesta de marcos teóricos como el del “síndrome post-cuidados intensivos” (Needham et al., 2012). Este marco conceptual identifica daños potenciales para los pacientes que pasan por Unidades de Cuidados Intensivos en tres ámbitos:  salud mental, función cognitiva y resultados físicos. Este modelo también reconoce que la familia de los pacientes que han pasado por UCIs y sobreviven a menudo experimentan daños en su salud mental. Aunque el modelo se diseñó para poblaciones adultas, se ha desarrollado también una versión del mismo (Manning et al., 2018) para poblaciones pediátricas.

El punto central de esta versión modelo es el niño, ya sea un bebé, preescolar, escolar o adolescente. Se reconoce la heterogeneidad de las poblaciones pediátricas que reciben tratamiento en las UCIs, tanto por edad como por condiciones fisiológicas, cognitivas, evolutivas y sociales. Además, una creciente proporción de niños atendidos en las UCIs padecen enfermedades crónicas y discapacidades evolutivas previas a su ingreso que han de ser tenidas en cuenta. La enfermedad o los accidentes graves en la infancia tienen lugar en un período de importante crecimiento y maduración, y el estatus de partida del niño puede influir en su trayectoria de recuperación que, de vuelta, puede afectar a su calidad de vida durante mucho tiempo. La familia del niño puede estar profundamente afectada por su enfermedad y puede sufrir secuelas de la misma, además de tener una gran influencia en los resultados de salud del niño una vez que es dado de alta. El paso por una UCI pediátrica puede afectar a varios ámbitos de la vida del niño y tener consecuencias a nivel físico, cognitivo, emocional y social. La experiencia de pasar por una UCI en los niños (Manning et al., 2018) tiene unas particularidades que la diferencian de la experiencia de los pacientes adultos, como la interdependencia de la familia, la importancia de nivel de madurez del niño y de su desarrollo psicosocial y que las trayectorias de recuperación pueden  afectar la vida de los niños durante períodos prolongados de tiempo. Además, cuando el ingreso en las UCIs es intermitente, como en muchos casos de enfermedades crónicas graves en la infancia, las implicaciones pueden ser aún mayores y resulta necesario (Manning et al., 2018) explorar con mas detalle cómo puede afectar esta experiencia repetida a la vida de los niños que padecen estas enfermedades crónicas graves.

 

Si quieres ampliar la información sobre el impacto psicológico del ingreso de los niños en unidades de cuidados intensivos y sobre las intervenciones psicológicas de apoyo a los niños que pasan por las UCIs y a sus familias puedes consultar los siguientes enlaces:

El impacto psicológico del ingreso de los niños en las UCIs

Intervenciones psicológicas de apoyo a los que niños que pasan por las UCIs y a sus familias

 

Referencias bibliográficas

Manning, J. C., Pinto, N. P., Rennick, J. E., Colville, G., & Curley, M. A. J. P. c. c. m. (2018). Conceptualizing Post Intensive Care Syndrome in Children—The PICS-p Framework. Pediatric Critical Care Medicine, 19(4), 298-300.

Needham, D. M., Davidson, J., Cohen, H., Hopkins, R. O., Weinert, C., Wunsch, H., … & Brady, S. L. (2012). Improving long-term outcomes after discharge from intensive care unit: report from a stakeholders’ conference. Critical care medicine40(2), 502-509.

 

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