La música en el hospital

Ilustración Paula Núñez

Las intervenciones basadas en la música para pacientes pediátricos son un ámbito de interés creciente (Robb & Carpenter, 2009). El juego musical puede mejorar el bienestar del paciente pediátrico hospitalizado, tanto en el ámbito físico como en el psico-emocional y social (Alegre, 2007). En el ámbito físico el juego musical puede disminuir la percepción del dolor, mejorar el funcionamiento muscular, favorecer la relajación muscular y reforzar la conciencia corporal. En el ámbito psico-emocional, el juego musical puede favorecer la expresión, la regulación y el ajuste emocional, mejorar el control de la ansiedad y el miedo, motivar un desarrollo adecuado del auto-concepto y la autoestima, y facilitar la aceptación de la enfermedad. En el área socio-comunicativa, el juego musical favorece las verbalizaciones y la socialización, ofrece un contexto lúdico y de diversión y reduce el sentimiento de aislamiento. La música se considera una aproximación no-farmacológica al manejo de los síntomas, especialmente el dolor, pero también  se ha investigado (Tucquet & Leung, 2014) el efecto de la música en la ansiedad de los pacientes, la depresión y el malestar y su capacidad para proporcionar apoyo emocional y mejorar la motivación. Tucquet & Leung (2014) revisaron una serie de investigaciones que analizaban  el uso de la música como apoyo a niños con cáncer. Entre ellas destaca la realizada por Nguyen, Nilsson, Hellström, & Bengtson (2010). Estos autores llevaron a cabo un estudio para evaluar el efecto y las experiencias de escuchar música a través de auriculares en el alivio del dolor y la ansiedad de niños con leucemia que se sometían a punciones lumbares. Participaron en este estudio 40 niños con leucemia de entre 7 y 12 años. Los niños evaluaron el dolor que experimentaban antes, durante y después del procedimiento y se evaluó también el nivel de ansiedad de los niños antes y después de la punción lumbar. Cuando se terminaba el procedimiento se entrevistó a los niños con preguntas abiertas sobre sus sentimientos y emociones, y sobre si querrían utilizar los auriculares para escuchar música la próxima vez que tuvieran que realizarle una PL. Los niños fueron asignados aleatoriamente al grupo experimental (que escuchaba música de su elección a través de auriculares (n=20)) o al grupo control (que llevaba auriculares pero por los que no escuchaba música (n=20)). Los niños del grupo experimental, que escuchaba música por los auriculares, eligieron las canciones que deseaban escuchar y que eran reproducidas en un iPod. Ni los investigadores ni los médicos sabían a qué grupo pertenecía cada uno de los pacientes. 10 minutos antes de comenzar el procedimiento todos los niños se ponían los auriculares, bien para escuchar la música que seleccionaban, los del grupo experimental, o, si eran asignados al grupo control, simplemente llevarlos puestos. La recogida de datos comenzaba inmediatamente antes del procedimiento cuando se registraba el ritmo cardíaco de los niños, su presión sanguínea, y su saturación de oxígeno, así como sus tasas respiratorias, y se registraban también las puntuaciones de dolor y de ansiedad auto-reportadas por los niños. Durante el procedimiento se seguían registrando las medidas fisiológicas enumeradas, y cuando se terminaba el procedimiento se volvía a valorar la ansiedad del niño. No se utilizó ningún anestésico durante la punción lumbar siguiendo las pautas estándar del hospital. Los resultados de este trabajo son enormemente significativos. En relación con el dolor y la ansiedad auto-reportados, los investigadores señalan que las puntuaciones de dolor durante el procedimiento fueron significativamente mas bajas (p<.001) para el grupo de música (media=2.35) que para el grupo control (media=5.65).  Las puntuaciones de dolor después del procedimiento también fueron significativamente mas bajas (p<.003) en el grupo de música (media=1.2) que en el grupo control (media=3). Las puntuaciones de ansiedad inmediatamente antes de comenzar el procedimiento fueron significativamente mas bajas en el grupo experimental, que llevaba 10 minutos escuchando música por los auriculares, que en el grupo control (p<.001). Estas reducciones de la ansiedad fueron también significativas y en la misma dirección después de terminar la PL, cuando se compararon las puntuaciones de ansiedad de los niños del grupo experimental y del grupo control. Con respecto a los signos vitales, se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la reducción del ritmo cardíaco (p=.012) y en el ritmo respiratorio (p=.009) durante el procedimiento en el grupo de música, comparado con el grupo control. También hubo diferencias significativas en el ritmo respiratorio (p=.003) después de la PL en el grupo de música comparado con el control. Respecto a la saturación de oxígeno y la presión sanguínea no hubo diferencias entre los grupos. El análisis cualitativo de las entrevistas que se realizaron a 10 niños del grupo experimental y a 10 niños del grupo control fue también muy ilustrativo para comprender mejor su experiencia, en términos de cómo se sentían y cuál era su punto de vista sobre el procedimiento. Hubo diferencias entre los dos grupos cuando hablaban de sus emociones. La mayoría de los niños del grupo experimental valoraba positivamente la experiencia de escuchar música durante el procedimiento cuando lo comparaban con anteriores PLs. Escuchar su música favorita les había ayudado, según ellos, a sentirse mas calmados y mas relajados, a tener la mente en cosas diferentes al daño que le podían hacer. Casi todos los niños del grupo experimental dijeron que habían sentido menos dolor en la PL, comparado con otras veces que se habían sometido al mismo procedimiento efectuado de manera estándar, y todos los niños, tanto del grupo experimental como del control,  deseaban escuchar música la próxima vez que tuvieran que someterse a una PL. Los autores del estudio concluyeron que una intervención como la evaluada, de escuchar música a través de unos auriculares, era una intervención sencilla, segura y barata y con capacidad, como demostraron sus datos, de mejorar notablemente la experiencia de los niños durante un procedimiento médico en el hospital que les producía dolor y ansiedad.

Las intervenciones basadas en la música también se han utilizado y evaluado en relación con el bienestar de los niños recién nacidos. Polkki & Korhonen (2012) llevaron a cabo una revisión sistemática relativa a la música como método de alivio del dolor en bebés prematuros durante procedimientos dolorosos en una unidad de cuidados intensivos. Trataban de responder a la pregunta de si entre los bebés prematuros ingresados en unidades de cuidados intensivos neonatales la música era efectiva para reducir las puntuaciones de dolor, los indicadores fisiológicos del dolor, los indicadores comportamentales y los indicadores hormonales. Como ya detallamos en el capítulo del dolor, los bebés prematuros están expuestos a numerosos procedimientos dolorosos y su dolor puede ser detectado por cambios en fisiológicos, comportamentales y hormonales. Los autores de esta revisión (Polkki & Korhonen, 2012) señalan que varios de los estudios que habían investigado el efecto a corto plazo de la música en bebés prematuros, obtuvieron una mejora de resultados como la saturación de oxígeno, el ritmo cardíaco, las tasas respiratorias y la presión sanguínea, también como el estado conductual, llanto, expresión facial y movimientos del cuerpo, y en las puntuaciones de dolor cuando los bebés escuchaban música. Por ejemplo, Butt & Kisilevsky, (2000) examinaron el efecto de una intervención musical para reducir el estrés asociado con pinchazos en bebés prematuros desde 29 a 36 semanas de gestación.  Compararon las reacciones fisiológicas y comportamentales de los bebés cuando, tras los pinchazos, escuchaban  música grabada de versiones vocales e instrumentales de canciones de cuna de Brahms, con sus reacciones cuando, tras los pinchazos, no escuchaban música. Encontraron que los bebés de mas de 31 semanas de gestación manifestaban una reducción significativa de su ritmo cardíaco, estado comportamental y dolor cuando escuchaban música tras el procedimiento, de manera que concluyen que la música aparece como una intervención efectiva para usarse en las Unidades de Cuidados intensivos Neonatales tras estímulos que provocan estrés, como los pinchazos, en estos bebés. En la revisión de Polkki & Korhonen (2012) se mencionan otros trabajos que recogen evidencias de que la música también tiene consecuencias positivas a largo plazo en los bebés prematuros, incluyendo la duración de la hospitalización y ganancia de peso. Mencionan en este sentido el estudio de Caine (1991). En este estudio los bebés prematuros que recibieron estimulación musical (reproducción de grabaciones de canciones de cuna y canciones infantiles), comparados con los que solo recibían los cuidados estándar, tuvieron estancias mas cortas en la Unidad de Cuidados Intensivos y fueron dados de alta en el hospital también mas pronto, tuvieron una pérdida de peso inicial significativamente menor e incrementaban el peso en mayor medida que los niños del grupo de cuidados estándar. Las medias de los comportamientos de estrés observados en los niños del grupo experimental fueron mas bajas que las del grupo control. Tomados en conjunto, los resultados del estudio de Caine demostraron que la música tenía efectos positivos en la disminución de los niveles de estrés de los bebés, mejorando su alimentación, sus pérdidas iniciales de peso, y acortando su estancia en el hospital.

Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona

La música puede, como vemos, ayudar notablemente a mejorar el bienestar de los niños hospitalizados. En este sentido, las intervenciones basadas en la música se han extendido en muchos hospitales que las ofrecen como elementos de apoyo a sus pacientes pediátricos.

 

Referencias bibliográficas

Alegre, S. (2007). El juego musical como apoyo socioemocional en niños hospitalizados. En Belver,M.H. y Ullán,A.M. (eds). La creatividad a través del juego. Salamanca: Amarú, 273-294.

Butt, M., & Kisilevsky, B. (2000). Music modulates behaviour of premature infants following heel lance. The Canadian journal of nursing research= Revue canadienne de recherche en sciences infirmières, 31(4), 17-39.

Caine, J. (1991). The effects of music on the selected stress behaviors, weight, caloric and formula intake, and length of hospital stay of premature and low birth weight neonates in a newborn intensive care unit. Journal of Music Therapy, 28(4), 180-192.

Nguyen, T. N., Nilsson, S., Hellström, A.-L., & Bengtson, A. (2010). Music therapy to reduce pain and anxiety in children with cancer undergoing lumbar puncture: a randomized clinical trial. Journal of Pediatric Oncology Nursing, 27(3), 146-155.

Polkki, T., & Korhonen, A. (2012). The effectiveness of music on pain among preterm infants in the neonatal intensive care unit: a systematic review. JBI library of systematic reviews, 10(58), 4600-4609.

Robb, S. L., & Carpenter, J. S. (2009). A review of music-based intervention reporting in pediatrics. J Health Psychol, 14(4), 490-501.

Tucquet, B., & Leung, M. (2014). Music therapy services in pediatric oncology: a national clinical practice review. Journal of Pediatric Oncology Nursing, 31(6), 327-338.

 

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