Contar cuentos en el hospital

Ilustración Paula Núñez

La lectura de cuentos infantiles se considera una estrategia para la humanización del cuidado de los niños en los entornos hospitalarios  (Albano & Correa, 2011). A través de los cuentos los niños pueden mejorar su comprensión de lo que les está sucediendo, interpretar los cambios que la enfermedad y la hospitalización conlleva, aprender estrategias de afrontamiento y, también, por supuesto, evadirse de los acontecimientos estresantes relacionados con el entorno hospitalario. Leer o escuchar historias es una actividad altamente gratificante y forma parte del desarrollo normal de todos los niños. A través de las historias los  niños pueden explorar diferentes sentimientos, actitudes y conceptos que les ayudan a comprender mejor su entorno, su comunidad y las expectativas sociales (Tielsch Goddard, 2011), a la vez que aprenden a enfrentarse con situaciones difíciles. Los materiales escritos permiten ganar comprensión y abordar mejor la solución de problemas (Tielsch Goddard, 2011). Cuando estos materiales escritos son literatura de ficción o poesía, se habla de biblioterapia creativa (Glavin & Montgomery, 2017). La biblioterapia creativa es la lectura guiada de ficción o poesía relevante a las necesidades terapéuticas de las personas (Montgomery & Maunders, 2015). La lectura de cuentos o relatos infantiles se podría encuadrar en este tipo de intervención cuando se lleva a cabo con el propósito de ayudar al niño a enfrentarse con situaciones difíciles como la enfermedad y/o la hospitalización, o con problemas emocionales o comportamentales. La lectura tiene una larga historia como terapia (Glavin & Montgomery, 2017), y leer es una actividad que se ha recomendado con propósitos terapéuticos desde muy antiguo. Se menciona con frecuencia (Heath, Sheen, Leavy, Young, & Money, 2005) que en el pórtico de entrada de una antigua biblioteca griega estaba inscrita la expresión “sanatorio del alma” y que otra expresión similar, “medicina para la mente”, se encontraba en la biblioteca de Alejandría. Actualmente la lectura de obras de ficción o de poesía se incorpora con frecuencia como parte de las terapias cognitivo conductuales. La literatura infantil puede ser una herramienta terapéutica para facilitar  el  crecimiento y la salud emocional (Heath et al., 2005), proporcionando a los niños otras perspectivas y opciones para sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. A través de las historias que se les cuentan, los niños pueden ganar comprensión y aprender modos saludables de enfrentarse a las dificultades (Heath et al., 2005).

Ilustración Paula Núñez

En una revisión sistemática de los efectos de la lectura de literatura sobre la ansiedad y la depresión en niños (Montgomery & Maunders, 2015) se constató que este tipo de intervención tenía un efecto positivo entre pequeño y moderado en la ansiedad y depresión pediátricas. Este tipo de intervención es de bajo coste y fácil diseminación (Montgomery & Maunders, 2015) y, de manera intuitiva, se ha utilizado con frecuencia en las familias para aliviar el malestar de los niños cuando estaban enfermos o habían sufrido percances. Contar cuentos o relatos a los niños en estas circunstancias es un comportamiento social muy habitual.

Lo que nos interesa conocer es si existen evidencias de la efectividad de este tipo de intervención de lectura de literatura para mejorar el bienestar de los niños en los episodios de hospitalización.  Sabemos que contar historias puede ser una medida eficaz, como hemos dicho, para ayudar a niños con problemas de ansiedad y depresión (Montgomery & Maunders, 2015), por lo que parece razonable suponer que podría ser una medida también eficaz en las situaciones de hospitalización pediátrica, donde las emociones y sentimientos de tristeza y ansiedad en los niños pueden ser prevalentes. De todas formas, se ha resaltado (Heath et al., 2005) que la lectura de literatura tiene que considerarse como una herramienta terapéutica, no como una intervención única, y en la que la selección de las historias apropiadas para las necesidades emocionales de los niños tiene que ser cuidadosa. Que funcione bien o no depende en buena medida de que esta selección se efectúe adecuadamente en función del nivel de desarrollo del niño, de sus cambios evolutivos, de los problemas de salud que le afecten y de los estresores con los que se tiene que enfrentar. Además, otro criterio que se debe tener en cuenta es la calidad literaria del texto que se utiliza. La colaboración de diferentes profesionales resulta, en este sentido, imprescindible para el diseño adecuado de este tipo de intervenciones orientadas a mejorar el cuidado de los niños en los hospitales. Las familias y el personal sanitario necesitan el asesoramiento de  psicólogos y bibliotecarios que seleccionen las mejores historias para que ayuden a los niños a enfrentarse a las dificultades que implica su enfermedad y su paso por el hospital. Tielsch Goddard (2011) resumen los criterios que se tienen que considerar para la selección de las obras de literatura infantil en el contexto de intervenciones terapéuticas, haciendo referencia a que los textos proporcionen experiencias motivadoras y desafiantes, que sean adecuados a la edad, la capacidad y la madurez de los niños,  que den lugar a respuestas críticas y personales, que representen una buena gama de estructuras literarias, que tengan un uso adecuado del lenguaje, y que amplíen la comprensión de la diversidad y desarrollen sensibilidad y comprensión de las diferencias.

Ilustración Paula Núñez

En todo caso, nos gustaría insistir que, además de su capacidad para apoyar psicológicamente a los niños durante el proceso de enfermedad y hospitalización, leer cuentos a los niños puede ser un excelente sistema de ocupar el mucho tiempo vacío que en ocasiones tienen que pasar en el hospital. Requiere pocos recursos y los niños disfrutan enormemente con este tipo de actividad que, sin duda, también puede ayudarles a dar sentido a lo que les sucede y a abordar sus dificultades y temores con estrategias eficientes y saludables, si la selección de los textos se efectúa con el criterio de servir de apoyo para circunstancias difíciles de salud que les afectan. La lectura en voz alta de cuentos, además, puede reforzar los vínculos entre niños y adultos, proporcionando a ambos la ocasión de compartir tiempo e historias. Leer cuentos es un juego muy especial, forma parte de la vida de los niños y ofrece la oportunidad de compartir tiempo y experiencias cuando estos están en el hospital. Requiere pocos recursos y ofrece mucha distracción, satisfacción, placer y oportunidades de aprendizaje cuando los niños conocen cómo se enfrentan los personajes de los cuentos a las peripecias que les suceden. Los cuentos infantiles tienen un componente emocional muy intenso, representan arquetipos de situaciones y problemas que los niños pueden reconocer, y ellos y sus padres, e incluso el personal sanitario, pueden explorar juntos las andanzas de los personajes y extraer importantes aprendizajes de ellas.

A continuación incluimos una lista de sugerencias de lecturas para niños que están relacionadas con la salud o el hospital.  La selección la ha hecho la Librería Letras Corsarias (¡Muchas gracias!)

 

 

 

Referencias bibliográficas

Albano, M. A. S., & Correa, I. (2011). Lectura de cuentos infantiles como estrategia de humanización en el cuidado del niño encamado en ambiente hospitalario. Invest Educ Enferm, 29(3), 370-380.

Glavin, C. E. Y., & Montgomery, P. (2017). Creative bibliotherapy for post-traumatic stress disorder (PTSD): a systematic review. Journal of Poetry Therapy, 30(2), 95-107.

Heath, M. A., Sheen, D., Leavy, D., Young, E., & Money, K. (2005). Bibliotherapy: A resource to facilitate emotional healing and growth. School Psychology International, 26(5), 563-580.

Montgomery, P., & Maunders, K. (2015). The effectiveness of creative bibliotherapy for internalizing, externalizing, and prosocial behaviors in children: A systematic review. Children and Youth Services Review, 55, 37-47.

Tielsch Goddard, A. (2011). Children’s Books for Use in Bibliotherapy. Journal of Pediatric Health Care, 25(1), 57-61.

 

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